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9780307279552
1 Vadinho, el primer marido de dona Flor, murio un domingo de carnaval, por la manana, cuando, disfrazado de bahiana, sambaba en unbloco, con la mayor animacion, en la Plazoleta Dos de Julio, no lejos de su casa. No pertenecia al grupo, acaba de mezclarse en el, en compania de cuatro amigos mas, todos con traje de bahiana, y venian de un bar en Cabeza, donde el whisky habia corrido a mares a cargo de un cierto Moyses Alves, hacendado del cacao, rico y manirroto. Alblocolo dirigia una pequena y afinada orquesta de guitarras y flautas; en elcavaquino, Carlitos Mascarenhas, un flacuchin celebrado en los prostibulos, ah!, uncavaquinodivino. Vestian los muchachos de gitanos y las chicas de campesinas hungaras o rumanas; jamas, sin embargo, hungara o rumana o incluso bulgara o eslovena se meneo como ellas se meneaban, mulatas en la flor de la edad y la gracia. Vadinho, el mas animado de todos, al ver al grupo asomar en la esquina y al oir el punteo del esqueletico Mascarenhas en elcavaquinosublime, se adelanto rapido, se aposto ante la rumana cargada de color, una grandota, monumental como una iglesia --y era la Iglesia de San Francisco, pues se cubria con un desparramo de lentejuelas doradas--, y anuncio: --Alla voy, mi rusa de Tororo. El gitano Mascarenhas, tambien el abusando de abalorios y canutillos, festivas argollas colgadas de las orejas, se entrego alcavaquino, las flautas y las guitarras gimieron, Vadinho cayo en el samba con aquel su ejemplar entusiasmo, caracteristico de todo cuanto hacia, excepto trabajar. Giraba en medio del grupo, zapateaba frente a la mulata, avanzaba hacia ella en floreos y ombligazos, cuando, de golpe, lanzo una especie de ronquido sordo, vacilo en sus piernas, se inclino a un lado, y rodo por el piso echando una baba amarilla por la boca donde la mueca de la muerte no lograba apagar del todo la satisfecha sonrisa del juerguista definitivo que habia sido. Los amigos hasta pensaron que era la cachaza, no los whiskis del hacendado: no serian esas cuatro o cinco dosis capaces de dominar a un bebedor de la clase de Vadinho, sino toda la cachaza acumulada desde la vispera del mediodia cuando oficialmente inauguraron el carnaval en el Bar Triunfo, en la Plaza Municipal, que se le subio toda de una vez y lo derrumbo adormecido. Pero la mulata grandota no se dejo enganar: enfermera de profesion, estaba acostumbrada a la muerte, la frecuentaba diariamente en el hospital. No, empero, tan intima al punto de darle ombligazos, de guinarle un ojo, de sambar con ella. Se inclino sobre Vadinho, le puso la mano en el cuello, se estremecio, sintiendo un frio en el vientre y en la columna: --Esta muerto, Dios mio! Otros tocaron tambien el cuerpo del muchacho, le tomaron el pulso, le alzaron la cabeza de melena rubia, le buscaron el palpitar del corazon. Nada consiguieron, era en vano. Vadinho habia desertado para siempre del Carnaval de Bahia. 2 Fue un alboroto en el grupo y en la calle, un revuelo por los alrededores, un dios nos ayude que sacudio a los carnavaleros, y para colmo la escandalosa Anete, profesorita romantica e histerica, aprovecho la buena oportunidad para un ataque de nervios, con pequenos gritos agudos y amenazas de desmayo. Toda aquella represeAmado, Jorge is the author of 'Dona Flor y sus dos maridos' with ISBN 9780307279552 and ISBN 0307279553.
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